Entrevista en el programa de Radio SESION CONTÍNUA en LGN RADIO
Con Sonia Villaroel y Miguél Ángel Acero
Desde el minuto 5:32 al 28:48
23 11 2021
El precio el progreso y de nuestra comida
En Consuma Crudeza hablamos sobre “El precio del progreso”, documental de Víctor Luengo que explora las redes de la industria alimentaria en Europa desde las presiones políticas a las científicas como nos contará su director.
Brenda Chávez es periodista especializada en sostenibilidad y cultura, licenciada en periodismo y derecho, autora del libro de consumo sostenible Tu consumo puede cambiar el mundo y del recién publicado Al borde de un ataque de compras (Debate). Es miembro del colectivo femenino de periodistas de investigación sobre consumo Carro de Combate, colabora con El País y El Salto, entre otros medios.
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Beneficios empresariales contra la salud pública: así funciona el lobby agroalimentario
@lauralruiz
17 nov 2021 06:05
El documental ‘Price of Progress’ logra mostrar el lado más íntimo de los lobbistas en Bruselas. Monta y desmonta los argumentos de unos y otros para pedir el fin del veto a los transgénicos, a la vez que muestra la cara de hipocresía de la legislación europea en cuanto a tóxicos: mientras está prohibido producir con plaguicidas peligrosos, sí permite exportarlos y luego importar la producción de alimentos conseguidos con estos.
@lauralruiz
17 nov 2021 06:05
Este no es un documental más sobre los transgénicos, Monsanto o los lobbies de la alimentación. Esto es un relato sobre cómo los beneficios empresariales y la seguridad alimentaria chocan en la política legislativa a nivel europeo. Una muestra de cómo los alimentos son entendidos de manera muy diferente: como un derecho humano básico o de un producto para especular. Price of Progress permite entender cómo funciona el tira y afloja en el sector de la alimentación, acercándonos cómo nunca al discurso, el hacer y las prácticas de los lobbistas. El director, Víctor Luengo, consigue que los hombres y mujeres que trabajan para las todopoderosas empresas de alimentos y biotecnología se relajen delante de la cámara. “Para mi es uno de los gran valores que tiene este documental, tener a los lobistas así. Cómo se desnudan, acceder a sus despachos”, comenta para El Salto su director, que desgrana las claves de este proyecto personal iniciado en 2013.
Más de cinco años de grabaciones y postproducción que ahora se estrena en salas de varias ciudades españolas. “Me interesaba reflejar cómo las empresas votan y el impacto que tienen en la legislación europea”, comenta Luengo.
El aparente oasis en el que se ha convertido Europa con su veto a los GMO (organismos modificados genéticamente) y a numerosos agrotóxicos, puede ser un espejismo. Por un lado, la legislación europea prohíbe utilizar en los cultivos dentro del territorio ciertos tóxicos, pero no regula lo que se importa o exporta. Una ‘doble vara de medir’ que denuncian desde Ecologistas en Acción. “En concreto, la UE tiene la legislación más potente en plaguicidas. El problema surge que a la vez que prohíbe, no veta su fabricación y su venta a terceros países”, comenta Koldo Hernández, desde esa organización. “Es muy normal —continúa— que haya plaguicidas que se fabriquen en Europa, se vendan en Brasil y haya un retorno en la importación de alimentos. Y es legal. Plaguicidas viajeros que dan la vuelta al mundo”.
“Mientras sigamos tratando los alimentos como una mercancía global, tenemos un gran problema”, explica en el documental Pat Thomas, periodista inglesa y directora de la plataforma de denuncia Beyond GM
Una legislación que a primera vista protege al consumidor pero que contempla numerosas excepciones para levantar las restricciones. Precisamente un informe de Ecologistas en Acción enumera todas las veces que se han usado tóxicos prohibidos en España sin causa justificada. “Las normas químicas europeas están llenas de excepciones, como el artículo 53, que permite utilizar plaguicidas anualmente. Eso hace que en España se utilicen productos como el 1,3 Dicloropropeno, que han acabado siendo uno de los más vendidos”, explica Hernández.
Una legislación que busca la seguridad alimentaria en la teoría, pero que no perjudica los beneficios empresariales. ¿Todos ganamos? “Mientras sigamos tratando los alimentos como una mercancía global, tenemos un gran problema”, explica en el documental Pat Thomas, periodista inglesa y directora de la plataforma de denuncia Beyond GM. “Hemos pasado a que no se trata de alimentar a la gente”, explica Henk Hobbelink, cofundador de Grain y premio Nobel Alternativo en agroecología. “¿La comida es una necesidad o una transacción económica? Son ambas”, zanca en el documental la lobbista de la industria alimentaria y farmacéutica, Natalie Moll.
“Si la idea es que los productos debe tenerlos solo el mejor postor, estamos entendiendo la comida de una manera totalmente equivocada” continúa la activista que explica que todos los argumentos de la industria para justificar los GMO, como que producen más comida contra la hambruna o que los hacen más resistentes al cambio climático, son mentira. Solo es necesario mirar a otros países.
Cuatro empresas (Bayer, Corteva, ChemChina y Limagrain) controlan más del 70% de las semillas GMO mientras que el 75% de las variedades de cultivos del mundo desaparecieron entre 1900 y 2000
“En EE UU ni se ha reducido el uso de pesticidas, ni las cosechas producen más ni han hecho las plantas más sostenibles. Solo es un mercado de patentes”, insiste Thomas. Y los datos le dan la razón: cuatro empresas (Bayer, Corteva, ChemChina y Limagrain) controlan más del 70% de las semillas GMO mientras que el 75% de las variedades de cultivos del mundo desaparecieron entre 1900 y 2000, según la FAO. Si alguien hecha de menos a Monsanto en la lista del oligopolio transgénico es porque en 2017 Bayer compró la empresa pionera en modificación genética. Ocurrió justo después del escándalo conocido como ‘Los papeles de Monsanto’.
A raíz de un juicio en EEUU por los riesgos para la salud provocados por el herbicida RoundUp –nombre comercial del glifosato producido por Monsanto–, el juez del caso decidió desclasificar más la correspondencia interna de la empresa. En las más de 250 páginas se encontraron evidencias de que Monsanto tenía evidencia del potencial mutágeno del glifosato al menos desde 1999. También reveló las prácticas nada éticas o transparentes que la compañía empleaba para lograr la aprobación de las agencias de regulación y seguridad. Entre ellas, fabricar informes favorables que luego eran firmados aunque no redactados por científicos de prestigio a cambio de una suma importante de dinero.
Algo que en España nos suena, ya que en 2016 se desveló una práctica similar en la industria cárnica para contrarrestar el informe de la ONG que advertía del peligro cancerígeno de los productos cárnicos procesados. “Es un tema que nos hubiera gustado tratar también en Price of Progress”, explica el director del documental, que sí que pudo incluir el problema de financiación que muchas universidades y grupos de investigación sufren y que es aprovechado por los lobbies.
“Los eurodiputados españoles tienden a repetir el argumentario de las empresas agroalimentarias”, denuncia Nazaret Castro
Problemas de financiación como el que se encontró el propio Luengo, que explica que el rodaje fue en condiciones muy precarias. Pero lo lograron. Encontraron un financiador que les pedía una sola condición: lograr que algún lobbista hablara a cámara. Y lo logró, en numerosas ocasiones. “Eso fue lo que más me sorprendió —relata—, acceder a ellos. Conocí por casualidad en 2016 a Jean-Philippe Azoulay, que fue presidente de la ECPA, el lobby más importante de pesticidas. Aproveché la oportunidad y él me puso en contacto con Nathalie Moll, actual directora general de la Federación Europea de Industrias y Asociaciones Farmacéuticas (EFPIA) y Secretaria de Agricultura de EuropaBio y con Mella Frewen, directora general de Fooddrinkeurope”. De hecho, Price of Progress capta como Frewen se queja de que las normas para evitar conflictos de intereses son demasiados estrictos, lo que hace perder, en su opinión, valiosos científicos y expertos. Aunque ella misma negó tener contacto con las empresas del lobby, meses después de la grabación, la EFSA (la Agencia Europea por la Seguridad Alimentaria) la descartó para un cargo por conflicto de intereses.
El momento de falta de credibilidad que vive la EFSA también está recogido en el documental, que cuenta con las declaraciones de su director en este momento, Bernad Url, investigado por su implicación en ‘Los papeles de Monsanto’. Agencias como esta se encuentran en una encrucijada: por un lado deben autorizar los documentos realizando estudios y pruebas, pero su trabajo está limitado por la propiedad intelectual. Así, las empresas sólo ofrecen los datos que consideran y, en base a ellos, las agencias deciden. “El problema es que no tenemos información, en cuanto a seguridad o la sostenibilidad, derechos laborales que hay detrás de cada producto”, explica Nazaret Castro, del blog Carro de combate.
La periodista e investigadora sobre consumo tacha de “rotundamente escasos” los análisis que se hacen a muchos productos antes de darles luz verde para acabar en las estanterías de los supermercados. “No debemos depositar en el consumidor la responsabilidad de informarse, para eso están los Estados. El problema es que la clase política está muy alimentada con las empresas agroalimentarias, un problema especialmente grave en España. Los eurodiputados españoles tienden a repetir el argumentario de las empresas agroalimentarias”, denuncia. Una opinión que Koldo Hernández avala: “España es el país que menos productos analiza, sobre un 5%, mientras que la media se sitúa en el 15%”.
Precisamente el principio de precaución que se aplica en la UE —analizar antes de autorizar y no solo cuando haya sospechas de riesgo— es algo que atacan los lobbies y ponen en duda los activistas y ecologistas. “Los que lo defendemos decimos que no solo es peligroso lo que está avalado por la ciencia de que es peligroso, si no todo aquello que después nos enteramos que también lo era”, explica, a la vez que indica que la ‘trampa’ de este sistema está en medir por separado cada componente potencialmente peligroso y a corto plazo. “Al analizar por separado —detalla Hernández— deja un enorme vacío de cómo se comportan cuando se juntan. No sabemos cuales son las consecuencias de estar expuesto a lo largo de la vida y de manera conjunta”.
La conversación con los lobbies de Price of Progress deja palabras claves muy evidentes: beneficios, avance, tecnología y agricultura moderna. Innovaciones que pasan, curiosamente, por los GMO, plaguicidas, fertilizantes y demás. “Productos que llevan más de 40 años en el mercado”, explican desde Ecologistas en Acción. La permacultura, la diversidad de cultivos, rescatar las semillas locales adaptadas y dejar de depender del petróleo para sembrar son las nuevas-antiguas revoluciones para lograr más resiliencia y más productividad en los mercados. Como ilustra el documental Tomorrow que recorre el mundo en busca de soluciones sostenibles. “Debemos cambiar la visión: no ir hacia donde la tecnología permita, si no hacia donde realmente queremos y necesitamos”, explican.
Una visión compartida por Miguel Porta, epidemiólogo de la Universidad de Barcelona. “La tecnología no ha logrado que se produzcan toneladas de alimentos sin toneladas de pesticidas, de hecho, tenemos un problema gordo a nivel alimentación y de salud”, comenta Porta, uno de lo pioneros junto al también epidemiólogo Nicolás Olea, del estudio de los disruptores endocrinos. “Están en las telas deportivas, en el teflón de las sartenes, en la pintura del interior de latas, en los herbicidas como el glifosato, en todo”, explica Víctor Luengo, que alerta de que su análisis desmonta la toxicidad clásica, ya que actúa en unas personas diferente que en otras, alterando las hormonas, afectando más a cuanta menor edad se tiene. “Regular los disruptores endocrinos supondría regular todo el mercado de los plásticos —comenta. Habría que cambiar la industria europea por completo y estaría vetado comprar cualquier producto alimentario de fuera”. De hecho, de momento, solo se ha logrado limitar el comercio de tetinas de biberones con bisfenol-A.
Con estos datos limitarse a comer ‘bio’ parece una gota en el océano de cuidar la salud individual y pública. Entonces, ¿qué hacer? “Hacernos responsables a nivel individual es una de las mayores trampas de estos lobbies”, explica Koldo Hernández, que continúa: “Disminuye las responsabilidad de los Estados, que son los que deben ser garantes del derecho a la alimentación y a la salud. Además de que a nivel ético las respuestas individuales no son aceptables. ¿O acaso tenemos que dividir el mundo entre listos e ignorantes, entre privilegiados que se pueden permitir elegir productos y entre los que no pueden?”. La legislación a nivel europeo y global se muestran como una parada a corto plazo. Empezando por replantearse por qué se prioriza que gran parte de los cultivos no se dediquen al consumo humano —sean empleados en pienso animal, como combustible o para fabricar textiles— o por qué las decisiones sobre la agricultura se toman en países que no producen comida. Muchas dudas que surgen a la hora de valorar el precio del progreso. Archivado en: Transgénicos ‧ Capitalismo ‧ Globalización ‧ Salud ‧ Industria alimentaria
Entrevista para la revista FRONTERA D por Andrés Castaño
Entrevistamos al realizador Víctor Luengo, cuyo documental The Price of Progress aborda el lobby de la industria agroalimentaria y las políticas europeas al respecto. Esta semana se proyecta en cines, hoy lunes 22 de noviembre en Córdoba, mañana martes 23 en Cádiz y el jueves 25 en Sevilla y el martes 30 de noviembre en Madrid.
El precio del progreso es un documental que habla de los lobbies de la industria agroalimentaria desde una perspectiva europea. Apoyado en más de 40 entrevistas a expertos (científicos, periodistas, empresas, eurodiputados, etcétera), el precio del progreso tiene la virtud de mostrar todas las aristas de un tema espinoso como tan vital, logrando equilibrar argumentos y posiciones en aras de la objetividad. Engancha por su montaje, su fotografía y por el análisis exhaustivo de la cuestión.
Resulta además fundamental mostrar los entresijos de un tema que nos afecta de manera directa: a nuestra alimentación y al medio ambiente. Y coloca a este documental español realizado por Víctor Luengo, en un visionado de plena actualidad y obligada reflexión. El documental, empezó su recorrido por festivales en otoño de 2019, cosechando éxitos como la Espiga Verde de la Seminci o el premio al mejor documental de la FICMEC 2020 de Canarias. Pero también ha pasado por festivales de Estados Unidos (LA Festival of Cinema, Bushwick festival), México (Docs Mx), Reino Unido (Raindance Film Festival), Rusia, Croacia (Internation Fil Festival of Apox), Italia (Rome Independent Cinema Festival, Firenze Film Festival), Noruega (Arctic Film Festival) e India (All Living Things 2021). La pandemia retrasó su estreno en salas. El documental sigue teniendo plena actualidad. Ahora se estrena en Andalucía, hoy lunes 22 de noviembre en Cinesur El Tablero de Córdoba, mañana 23 en Cinesur Bahía de Cádiz, el jueves 25 en Cinesur Nervión Plaza de Sevilla y el 30 de noviembre en los cines Paz de Madrid, con presencia del director y de invitados diferentes en cada ciudad (Ana Lamarca de Justicia Alimentaria en Córdoba; Aurora Carmona Hidalgo de Justicia Alimentaria en Cádiz; Elisa Oteros de Ecologistas en Acción y José María Pérez Hidalgo de Justicia Alimentaria en Sevilla; y con Tom Cucharz e Isabel Hernández de Ecologistas en Acción en Madrid).
The Price of Progress es un documental que le costó cerca de 5 o 6 años de esfuerzo. Me gusta esa voluntad, fuerza y capacidad para que pese a todos los obstáculos consiga uno llegar a su objetivo ¿En el audiovisual siempre está ese punto de querer tirar la toalla?
Por supuesto. Contestarte a esta pregunta me llevaría mucho. Resumiendo te diría que sí: totalmente. Una película es una carrera de fondo que te hace pasar por muchísimos altibajos… A nivel personal, me embarqué en el proyecto sin haber hecho nada antes, ni siquiera un cortometraje, pero con muchas ganas acumuladas con anterioridad. Por otro lado se sumó además que en este país las ayudas al cine son exiguas en comparación con los países de alrededor, y más aún si nos ceñimos al documental. El resultado fue que después de invertir los tres primeros años fortaleciendo la idea y presentándome a muchas convocatorias privadas y públicas, finalmente decidí grabarlo prácticamente con mis propios medios y la ayuda imprescindible de Virginia Díaz que estuvo hasta el final, de Tristan Rosa y Pablo Asset en un primer embrión, y de Pablo de la Chica que me apoyó y me aconsejó desde el principio. Luego todo vino rodado y la grabación fue mucho más fluida de lo que me había imaginado. Así, el 90% de la película lo grabamos en unos 5 meses repartidos entre el 2017 y 2018.
¿Qué le hizo seguir?
Un poco de todo, cabezonería personal, apoyo amigo y sobre todo una idea que literalmente se fue colándose en mis pensamientos: la responsabilidad que adquiría con cada entrevista. Era como si cada entrevistado me dijera algo así como: “Escucha, te doy mi tiempo y mi confianza para que acabes la película, ¿de acuerdo?”. Y yo no tuve más elección que tirar para adelante.
¿Cuál fue el detonante del proyecto?
Más allá de las ganas de involucrarme en un gran proyecto como reto personal fueron los grupos de consumo en Madrid. La idea original era grabar al sur de la capital los pequeños productores agroecológicos que estaban surgiendo. Ahí comencé a estudiar los conflictos agro-sociales y medioambientales. Fue como abrir un gran melón donde el fondo estaba un tema que me apasiona desde hace mucho: el poder. Cómo se ejerce, cómo manipula incluso a los que lo detentan, y cómo siempre su mayor fortaleza es su propio discurso. Y es que en el fondo, creo que El precio del progreso es un documental sobre el ‘Poder’ en mayúsculas.
¿Cuáles han sido las mayores dificultades para desarrollar el proyecto?
El mayor coste de la película fue el tiempo. prácticamente en dos años no tuve fines de semana ni más vida social que la que me daba el mismo trabajo al equilibrar encargos alimentarios paralelos al proyecto de la película. Sólo la edición fueron unas 20 semanas a tiempo completo, pero ahora visto en retrospectiva, fue todo un viaje de viajes. Una experiencia que recomiendo.
Me consta de su interés por el medio ambiente, por la salud, por la alimentación. De su conciencia con el mundo que nos rodea. Sin embargo, consigue un equilibrio para que el documental quiera ser abierto, plural y objetivo.
¿No quería posicionarse de una manera más directa?
La ‘neutralidad’ de la película puesta así, entre comillas, está muy buscada. Creo que si la película hubiera estado más claramente posicionada el recorrido habría sido mucho menor. Mi objetivo más que denunciar, ha sido el de provocar o a veces hasta enojar a la audiencia. Creo que es más efectivo que simplemente dar la información para convencer a los que ya están convencidos de algo.
Me sorprende que los lobbies de la industria agroalimentaria no hayan pedido cierto control ¿No quisieron ejercer ningún control en tu documental? ¿No marcaron ninguna línea roja?
Cuando pensamos en un lobby nos suele venir la imagen de alguien astuto e inaccesible, cuando en realidad son gente adiestrada para ser encantadoramente abiertos y solícitos para contarte su versión del mundo. Después de contactar con ellos, una vez que vieron que el documental iba en serio, se apuntaron.
El todo gana en este largo documental. El ritmo. Las imágenes y la historia encajan. Casi como si fuese una alimentación saludable que fluye en nuestro cuerpo ¿Hay algo de ese símil?
Bueno, siguiendo la metáfora, igual que digerimos la comida digerimos historias. Y sí, durante esos 5 meses de edición nuestro propósito fue cocer a fuego lento las más de 40 entrevistas que hicimos para que pudieran digerirse bien. Pero a diferencia de la comida saludable, nosotros si queríamos que la audiencia no se durmiera del todo bien después de ver la película.
The Price of Progress muestra todo el entramado político y científico que hay en Europa entorno a la industria agroalimentaria.
¿Cree que Europa funciona eficazmente defendiendo la salud de los europeos?
No, claro que no. Tanto la salud como el medioambiente hoy son un Titanic que va haciendo agua por todos los flancos. Lo vemos con el calentamiento climático, la pérdida de biodiversidad o el abuso extractivo, lo vemos también con la cantidad de enfermedades nuevas y degenerativas que van apareciendo. Las instituciones europeas están demasiado condicionadas y limitadas por la lógica cortoplacista de los lobbies corporativos que son los que realmente deciden casi todo. Seguro que no tanto como en otras regiones del planeta como Asia, Estados Unidos, Australia o Sudamérica, pero por desgracia mucho más de lo que la publicidad institucional nos cuenta.
El precedente de todo el debate está en los transgénicos fertilizantes, los químicos anti plagas,… Y claro está la necesidad de producir más.
¿Cuáles han sido los precedentes, o las estructuras básicas, para construir una industria agroalimentaria tan potente?
Hasta donde sé, el precedente claro fue la mal llamada revolución verde entre los años 50 y extendida en la década siguiente. Se unieron la necesidad de generar alimento rápido y barato en un mundo cada vez más poblado tras la segunda guerra mundial, unido a la globalización de los mercados que por aquel entonces debió descubrir que podría convertir la agricultura y ganadería en un gigantesco nicho de mercado a explotar. Una oportunidad única que fue financiada por las fundaciones Ford y Rockefeller. Con esto ya estaría dicho casi todo. Era el modelo perfecto para transformar un modelo históricamente descentralizado en el monopolio industrial fordista y mecanizado que es ahora. Una proeza y un gran engaño desde un punto de vista militar cuya factura la estamos empezando a pagar ahora en moneda medioambiental, social y de salud. Sin ir más lejos, estos días estoy grabando unos reportajes en el valle del Guadalquivir y un ingeniero agrónomo me contaba como toda la vega del río, a su paso entre Sevilla y Córdoba, era un vergel húmedo y fuente centenaria de vida hasta hace sólo unas décadas. Hoy es un desierto agrario yermo, y dependiente cada año de toneladas de fertilizantes para los cultivos cuyos componentes empiezan a escasear en los mercados.
¿Falta transparencia en la UE en este tipo de asuntos, verdad?
Las cosas de palacio nunca son transparentes. El principal problema hasta donde veo, con humildad, es que no hay presión social. Los debates políticos contemporáneos por ejemplo se enfocan en su mayoría en temas culturales como los de identidades, nacionalismos o de género. Sólo una minoría muy pequeña está pendiente de cómo funciona la gestión de los recursos, de las dinámicas logísticas, el uso del patrimonio público, la regulación de la salud de la población. Por eso no se exige transparencia en los debates políticos, y las empresas y el sistema en general actúa en consecuencia. Un ejemplo perfecto lo tenemos con el glifosato, ese principio activo del herbicida más usado en el mundo. Parece que le quedan pocos años de vigencia antes de prohibirse tras décadas de protestas y avisos por sus efectos cancerígenos de esa minoría. Sin embargo pocos saben que se ha usado desde los años 70 y está por todas partes: desde los setos y jardines públicos, en las carreteras, caminos rurales y por supuesto en una gran parte de los campos de agricultura convencional. ¿Por qué no se prohibió antes? Seguramente porque no se ha protestado lo suficiente. No es un tema tan sexy o mediático para los debates políticos como los culturales.
¿El mercado, el capital y las megacorporaciones tienen gran influencia en los grupos de poder político?
Yo hubiera dicho la pregunta al revés: ¿los grupos de poder político, tienen ‘alguna’ influencia sobre el mercado, el capital y las megacorporaciones? siendo optimistas diría, que alguna tienen pero no mucha, y cada vez menos. La COP 26, sobre el calentamiento climático, celebrada en Glasgow es un claro ejemplo de ello. No hay apenas control real sobre los mercados.
¿Qué tiene para usted de atractivo el género documental?
Son un arma de comunicación muy poderoso. Personalmente me gustan los documentales con un trasfondo periodístico. Quiero que me cuenten cosas, pero además que me las cuenten bien en términos cinematográficos. Aunque disfruto los de corte más poético, contemplativos o literarios si son de factura impecable, me emocionan los que logran combinar cine y documento.
¿Qué documentales recomendaría como imprescindibles?
Hay muchos y para todos los gustos. Puedo mencionar los que me vienen ahora a la cabeza y recuerdo con gran emoción: La pesadilla de Darwin de Hubert Sauper, Confesiones de un banquero de Marc Bauder, Freightened de Denis Delestrac, y más recientemente El año del descubrimiento de Luis López Carrasco.
Andrés Castaño es un observador. Alguien inquieto y curioso, que se plantea muchas preguntas e investiga buscando respuestas. Periodista cultural hecho a sí mismo a través de publicaciones como El Duende de Madrid, Go Mag, Europa Press Baleares o el diario Última Hora Mallorca. Colaboró también en el diario Público, en ABC Cultural y en la sección de Cultura de ABC, notodo.com, entre otros muchos medios. Licenciado en Psicología y Máster en Periodismo por la UCM. También es dj, promotor y gestor cultural ocasional. Ahora comienza a transitar por el mundo audiovisual.
The Price of Progress en el Cine Paz de Malasaña
En Madrid en el Cine Paz de MK2, calle Fuencarral 125 con Isabel Fernández y Tom Kucharz de Ecologistas en Acción, y parte del equipo de la película. Confirmados: Pablo de la Chica, coproductor, Virginia Dias, coproductora, co-editora, sonido directo y coordinadora de la postproducción y Víctor Luengo coproductor y director de la película. La noche promete…
Proyección en Cinesur Nervión Plaza de Sevilla
En Sevilla el 25 de noviembre a las 20h en los cines MK2 Nervión Plaza, calle Luis de Morales 3, Sevilla con Elisa Oteros de Ecologistas en Acción y José María Pérez de Justicia Alimentaria y Víctor Luengo, director de la película.
Por fin en cines!!!
Ya es una realidad. Después de un año en el que ha sido muy complicado estrenar en una sala de cine conseguimos un contrato con la red de cines MK2 para proyectar en Córdoba, Sevilla, Cádiz y finalemente en el mítico y clásico cine Paz de la calle Fuencarral. No os lo perdáis. En cada proyección habrá un debate con expertos invitados y con Víctor Luengo, el director de la película. En Córdoba 22 de noviembre a las 20h en los cines MK2 Cinesur El Tablero, calle Poeta Juan Ram´´ón Jiménez 25, Córdoba con Ana Lamarca de Justicia Alimentaria. En Cádiz el, 23 de noviembre a las 20h en los cines MK2 Bahía de Cádiz, Av de las Cortes de C´ádiz 1 con Aurora Carmona de Justicia Alimetaria. En Sevilla el 25 de noviembre a las 20h en los cines MK2 Nervión Plaza, calle Luis de Morales 3, Sevilla con Elisa Oteros de Ecologistas en Acción y José María Pérez de Justicia Alimentaria. En Madrid en el Cine Paz de MK2, calle Fuencarral 125 con Isabel Fernández y Tom Kucharz de Ecologistas en Acción.
Estrenamos en Nueva York
Dentro del 2021, todavía en los coletazos de la pandemia y las restricciones que siguen replicándose en todo el mundo, The Price of Progress llega a Manhattan, ciudad de Nueva York bajo el paraguas del Bushwick Film Festival compitiendo en la secci´ón oficial del festival a mejor documental internacional.
Estrenamos en Argentina
Fue una sorpresa durante el verano del 2021 cuando nos llamaron desde el Puerto de Madryn para proyectar nuestra película. Madryn es un lugar muy significativo en términos medioambientales. Durante el festival se desarrollan proyecciones en escuelas, cine en los barrios, autocine frente al mar, proyecciones paralelas, retrospectivas, seminarios y charlas abiertas con el público y encuentro con directores, actores e invitados especiales en la alfombra roja.
This fall between 28th October and 7th November we will screen our film at the very prestigious Raindance Film Festival!!! The film will be available online during the festival time here https://cinema.raindance.org/
El próximo otoño también viajamos a Londres para estrenar la película en el prestigioso Raindance Film Festival que nos abre sus puertas a la selección oficial. Se podrá ver online durante la duración del festival desde aquí: https://cinema.raindance.org/ únicamente desde Reino Unido.
Premiere in Canary islands and first price of Documentary section
We had to go. Ficmec is not only the oldest environmental festival in Spain but also one of the most prestigious in the European panorama. And there we had the great surprise of winning the first prize for best documentary film 2020. The event not only caught us unawares but also meant the cherry on top of a spectacular week of welcome in Garachico by the warmth of the whole team. Here are some photos of the event.
Teníamos que ir. El Ficmec no sólo es el festival medioambiental más antiguo de España sino uno de los más prestigiosos en el panoramoa Europeo. Y allí tuvimos la gran sorpresa de ganar el primer premio con el brote a mejor película documental 2020. El evento no sólo nos cogió desprevenidos sino que también significó la guinda a una semana de acogida en Garachico espectacular por el calor de todo el equipo. Colgamos aquí unas fotos del evento.
Premiere in Zaragoza, Valencia, Pamplona and Huesca,
Finally after a tragic and painful year of global pandemic we can enjoy live the celebration of the Ecozine festival in Pamplona and Zaragoza. It was a privilege to premiere in a festival dedicated to the oldest “green” environmental documentaries in Spain. First in Zaragoza, the city where I grew up, and then in Pamplona. Once again the welcome from both the organisers and the audience was a gift for our souls and a huge thank you for all the previous work. Thank you, thank you, thank you. Here are some photos of those days with my partner Virginia Díaz.
Estreno en Zaragoza, Valencia, Pamplona y Huesca,
Por fin tras un año trágico y doloroso de pandemia mundial podemos disfrutar en vivo la celebración del festival Ecozine en Pamplona y Zaragoza. Fue un privilegio estrenar en un festival dedicado a los documentales “verdes” de temática medioambiental más antiguos de España. Primero en Zaragoza, la ciudad donde crecí para seguir en Pamplona. Una vez más la acogida tanto de los organizadores como del público fueron un regalo y un agradecimiento para todo el trabajo previo. Gracias gracias gracias. Os dejamos unas fotos de aquellos días con mi compañera de batallas Virginia Díaz.
In october also, if, as we hope , world has returned to normality we will travel to Croatia to screen at the official selection of International Film Festival of Apox. A meeting exclusive for documentaries, quite new but with a high level after watching a bit the rest of the program. It will be a privilege to have a premiere in Croatia, a place with a filming tradition and a quite different sensibility to compare with the works that we are use to see in here in Spain. We will have to be patience.
En octubre estrenaremos en la selección oficial del festival Apox de Croacia, en un festival dedicado al documental, que nace este año. Un privilegio estrenar en Croacia, un lugar con una tradición y sensibilidad distinta, sin duda, a la que en España estamos acostumbrados. Habrá que ser pacientes..
What will become of us without documentaries? Places to share, to meet, to learn, to inspire and get inspired, to make broader our senses and points of views? Since the beginning of our journey we wanted to screen in Belgium, A big part of the film was recorded there. But also, the film The Price of Progress tells us about the wars and disputes between the public and private spheres in the arena of the European Institutions. Therefore, Belgium, where the hearth of Europe lives was the first and foremost place to go. The official selection of the section ConScience was a real and unexpected gift. In particular, because the prestige and the high number of films that each year compete to enter into the official selection.
Unfortunately the infamous Covid crisis came and the Festival should be delayed till the end of October. Obviously, we sincerely hope that, beyond the festival, we as society had learnt that only by a strong and international cooperation we could overcome crisis like this one as well as the incoming ones related to the global warming.
¿Qué sería del documental sin los festivales? Lugares de encuentro, de compartir, de ensanchar las miras y de gran disfrute. Desde el principio buscamos entrenar en Bélgica, donde grabamos gran parte de la película. The Price of Progress sobre todo habla de La Comunidad Económica Européa y las tensiones de poder entre la esfera pública y privada. Y Bruselas es el corazón donde más obvio se da este enfrentamiento. La selección oficial en la sección de ConScience nos cayó como un regalo inesperado si pensamos en el prestigio internacional del festival y en las miles de fantásticas películas que competían por entrar en la selección.
Por desgracia sobrevino la crisis mundial de Covid y el festival, inevitablemente se retrasó hasta el 23 de septiembre. Esperemos que para entonces, más allá del festival y lo que significa, ojalá que como sociedad hayamos aprendido que las crisis como la del Coronavirus, las derivadas de la Salud o el calentamiento climático sólo las venceremos en una acción conjunta más allá de intereses nacionales o financieros.
To the end of the year, we were invited by our friends and colleagues of Docma to screen the film under the umbrella of Ciclo de Docma at the Borau theater of Cineteca. Warm atmosphere and wise debate were we always learn from the public. Moreover, came Tamara Montero from Justicia Alimentaria and Andrés Muñoz from Amigos de la Tierra. Have to say to all of them a big thanks for that day.
Definitely 2019 has been a great year!!
Para cerrar el año nos invitaron mis queridos compañeros de Docma a proyectar la película en el Ciclo de Docma en la Sala Borao de la Cineteca. Calor y buen debate en el que siempre aprendemos del público y sus sabias preguntas y comentarios. Tuvimos además la suerte de contar con la presencia de Tamara Montero de Justicia Alimentaria y de Andrés Muñoz de Amigos de la Tierra. Impagable..
Al final unas tradicionales cañas a la salida del debate fueron gozosas y bienvenidas.. ¡Definivamente el 19 fue un buen año!
Festival de Cine y Derechos Humanos de Madrid
A bit later, the 10th of december, we were invited to the closure ceremony of the festival to screen the film at the Festival de Cine y Derechos Humanos de Madrid. There I meet Toni Navarro, the Festival director and Óscar Vázquez, poet and activist.
Poco más tarde, el 10 de diciembre, nos invitan a clausurar el Festival de Derechos Humanos de Madrid. Allí conocí a Toni Navarro, el director y Óscar Vázquez, poeta y activista de largo recorrido. Fué una suerte y una inspiración. Todo ayuda a cargar fuerzasy seguir adelante. Las ideas acaban transformándose en hechos si se persiste.
Definitely the film and its message navigates well throughout different audiences. Now it brings us till Russia. The Green movement, health and climate concerns are universal. Now we are happy to have taken part with our tv 52 min version in the Official selection of the festival.
La película funciona definitivamente y nos lleva ahora a Rusia. El movimiento verde y las preocupaciones climáticas y de Salud son universales. Felices de haber participado con nuestra versión de 52 mintuos para la televisión en la Selección Oficial del festival.
Ana Montes 06 de noviembre de 2019
Cine de denuncia
El nuevo documental ‘The price of Progress’ denuncia cómo las grandes corporaciones mueven los hilos en el sector alimentario primando sus intereses económicos sobre la salud del consumidor.
ivimos en un mundo donde la industria agroalimentaria no quiere ningún tipo de regulación. Solo le interesa vender sus productos a un precio razonable. Y la salud pública no es la prioridad, ni de la industria ni de las agencias alimentarias como la EFSA, en Europa, o la FDA, en EEUU.
De esta premisa parte el documental The price of progress (El precio del progreso), que se exhibe este fin de semana en Madrid en la V edición del Another Way Film Festival, en su ciclo de cine para el progreso sostenible.
El film plantea que los ciudadanos debemos reaccionar: debemos exigir transparencia frente a la acción de los lobbies, puesto que estos hacen todo lo posible por presionar y retrasar regulaciones que podrían protegernos de muchos de los tóxicos presentes en los alimentos.
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La agroindustria es acusada de ganar dinero uniformando cultivos para importarlos y exportarlos a través de grandes corporaciones. No produce solo comida para alimentar a la gente, sino para otros usos: textiles, alimentación animal, fibras, combustibles…
Además, la agricultura moderna ahora está en manos de esas grandes corporaciones, que disponen de información privilegiada sobre los cultivos gracias al uso de satélites. Eso les da un enorme poder sobre todo el sector alimentario.
Tratar la comida como una mercancía global y venderla al mejor postor solo plantea problemas. Por eso defienden en The price of progress, del director Víctor Luengo, que “la comida debe ser solo comida”.
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Las compañías de semillas de OMGs (organismos genéticamente modificados) forman parte de la agricultura industrial tecnificada basada en monocultivos, y no han logrado acabar con el hambre tal como prometían. Sí han adquirido un mayor poder de mercado introduciendo sus semillas, por ejemplo Bayer-Monsanto, Basf, Dupont…
La motivación real de la modificación genética de semillas es el mercado de patentes y ganar dinero con ellas y con los pesticidas que las complementan, porque solo las pueden vender ellos. No hay ya motivos, se lamentan en The price of progress, para creer que los nuevos cultivos de OMG vayan a ser mejores que los anteriores, ni siquiera con edición genética.
“La respuesta al futuro de la agricultura no está en la tecnología, ni en la ingeniería genética ni en la nanotecnología. La respuesta está en cultivar de la forma más ecológica y natural”, explica en el documental Angelika Hilbeck. Esta investigadora ambiental es la presidenta de la Red Europea de Científicos por la Responsabilidad Social y Ambiental (ENSSER) y está especializada en organismos OMG, genéticamente modificados.
Mientras la industria agrícola quiere previsibilidad para enfrentarse a los retos de 2050 creando nuevas variedades a través de la edición genética, “hoy la clave para la supervivencia es la plasticidad, la capacidad de adaptarse rápidamente a los cambios medioambientales”. Porque el ADN, señala, no es el único componente de la vida: hay más.
Según aporta el epidemiólogo español Miguel Porta, muchos de los alimentos que comemos son una causa muy importante de nuestros problemas de salud. Son disruptores endocrinos, tóxicos, proinflamatorios y algunos, cancerígenos.
“Las enfermedades crónicas están aumentando debido al medio ambiente y no a cambios genéticos”, explica el biólogo francés Gilles-Éric Séralini que en 2012 publicó un estudio sobre la toxicidad del RoundUp, republicado en 2014 tras ser revisado por pares confirmando sus daños. Y todo ello se debe a “los venenos crónicos que hay en el medio ambiente, diseñados para ser fumigados por todas partes, como los pesticidas”.
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Un caso popular es el del RoundUp y uno de sus componentes, el glifosato. Pero en “Los papeles de Monsanto” desvelados en 2017 se descubrió que también había arsénico y residuos del petróleo que no habían sido declarados en el RoundUp, acusado de provocar cáncer. Y es que el agricultor es quien decide qué tóxico declara y, de todos, en el RoundUp el glifosato es el menos dañino.
“El glifosato es un caso de puro fraude calculado a lo largo de los años manipulando a políticos y periodistas”, se afirma, ya que la IARC (la Agencia de Investigación del Cáncer, de la OMS) lo declaró en 2014 como posiblemente cancerígeno.
“Muchas de las sustancias empleadas en nuestra rutina no pasan los controles de toxicidad para la reproducción, el sistema hormonal o su cancerogenidad”, explica Porta. Se refiere a compuestos derivados del petróleo, que son tóxicos para el hígado y los riñones, y cancerígenos a medio y largo plazo.
Algunos de estos compuestos se acumulan en el cuerpo y están relacionados con enfermedades hormonales, neurodegenerativas, autoinmunes y del sistema nervioso central. Esto ocurre en un tiempo largo, superior a diez años, comenta en el documental Gilles-Éric Séralini.
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No es verdad que ahora los herbicidas sean más eficaces frente a las plagas. No son eficaces ante nada nuevo, aseguran en la cinta. El glifosato, el Dicamba, el 2,4D o la atracina son químicos antiguos. Pero las corporaciones transnacionales son más influyentes que antes y la cantidad de personas que trabajan en lobbies es enorme.
Las agencias de comunicación de las empresas y las agencias reguladoras, como la EFSA, (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, por sus siglas en inglés) que en 2018 demostró tener el 40% de sus expertos con conflictos de interés, tienen los mismos científicos promocionando sus productos. “Por eso todos emiten el mismo mensaje”, puntualiza el documental.
Just in the same week we arrived to the Film Festival that most encouraged me to identify the docs and one of best weapons to wide people minds: both politically and socially: Another Way Film Festival directed by the restless energy of Marta García Larriú and her team. There we had our Premiere in Madrid at a very special place: La Cineteca de Matadero de Madrid. I also could say it is part of my house and place of deep inspiration during so many past sessions and screenings. We show you few pictures of the event and of the unforgettable further debate. Besides it was phantastic to meet so many good and lovely friends and colleagues among the public.
Durante aquellos días me invitaron a Radio Nacional para una pequeña entrevista con Amanda Prieto y Julio Valverde en el programa Solamente una vez. Podéis escucharla aquí a partir del minuto 15.
Y en la misma semana llegamos a uno de los festivales que más me ha identificado con el documental como arma de incidencia social y política: Another Way Film Festival de la mano de la incansable Marta García Larriú a la que nunca dejaré de agradecer la energía que transmite el festival y su equipo. Allí estrenamos en La Cineteca de Matadero de Madrid. Podría decir que parte de mi casa y lugar de inspiración durante muchas sesiones pasadas. El simbolismo personal fue enorme. Os dejamos unas fotos del estreno y del inolvidable debate de después. Fue además una maravilla contar con tantos amigos conocidos en el público.. inabarcable.
Durante aquellos días me invitaron a Radio Nacional para una pequeña entrevista con Amanda Prieto y Julio Valverde en el programa Solamente una vez. Podéis escucharla aquí a partir del minuto 15.